WEBINAR GRATIS Descubre cómo encontrar trabajo como profesor de español
Todos nos hemos encontrado a lo largo de nuestra vida con profesores brillantes, que nos motivaban a aprender, nos inspiraban, nos hacían querer seguir aprendiendo e indagando por nosotros mismos. También todos nos hemos topado con otros profesores no tan buenos, lo que se traducía en clases aburridas, monótonas y donde lo aprendido desaparecía rápidamente si no lo trabajábamos.
¿Te preocupa ser un buen profesor de español? Es normal, todos tenemos dudas: ¿Lo estaré haciendo bien? ¿Realmente aprenden? ¿Podría hacerlo mejor?
Pero ¡no te preocupes! En este artículo te presento las competencias clave necesarias para ser un buen profesor de español, tanto de manera presencial como online. ¡Manos a la obra!
Dice el refrán que “Cada maestrillo, tiene su librillo” y es completamente cierto. Todos tenemos nuestro modus operandi, nuestra propia forma de trabajar. Pero si hay algo que todos los profesores de español debemos tener en común es nuestro dominio de la lengua: No sirve con ser hispanohablante, sino que, para ofrecer una buena docencia, necesitas estar capacitado, conocer todos los aspectos de tu lengua. Imagina que debes explicar el contraste entre las preposiciones por y para a un estudiante extranjero o ¡el tan temido subjuntivo!, ¿serías capaz? Necesitamos conocer nuestra lengua a un nivel muy profundo para poder hallar las claves que nos permitan explicárselo a personas que descubren estos aspectos por primera vez en su vida.
A raíz de esta idea encontramos la primera competencia: El buen profesor de español sabe organizar situaciones de aprendizaje, es decir, es capaz de diagnosticar y atender a las necesidades de sus alumnos, promover el uso y la reflexión sobre la lengua, y es capaz de planificar secuencias didácticas enfocadas a sus estudiantes. Es vital conocer en qué situación se encuentran nuestros alumnos, cuál es su objetivo para con la lengua y actuar acorde a ello.
Por ejemplo: no es lo mismo si nuestros estudiantes viven y estudian en inmersión lingüística, es decir, viven y estudian en el lugar donde se habla su lengua meta. O si, por el contrario, se encuentran en su país de origen y no están en contacto diario con la lengua meta. Debemos conocer su situación, sus preferencias y adaptarnos. ¡El éxito está garantizado!
Resumiendo:
Un profesor de español debe ser inquieto, andar en constante búsqueda y reciclaje. Aprendiendo nuevas formas de enseñar y de involucrar a sus estudiantes. Por ello, la segunda competencia es desarrollarse profesionalmente: Debemos ser capaces de analizar y reflexionar sobre nuestra práctica docente, implicarnos y participar en nuestro propio reciclaje.
Los tiempos cambian y con ellos las formas y metodologías con las que nos acercamos a la clase de ELE. Por esta razón, el profesor de ELE tiene que ser un incansable buscador de nuevas formas de explicar la gramática, de nuevos juegos para dinamizar la clase, de nuevas formas de acercar a nuestros estudiantes a la lengua y a que se enamoren de ella.
Es más: también debemos implicarnos en el desarrollo profesional del equipo docente (en el caso de que lo haya). No tengamos miedo o sintamos prejuicios a la hora de ayudarnos y apoyarnos en otros profesores, ¡todo lo contrario! El profesor de español debe intercambiar ideas, materiales y buenas prácticas para que todos los miembros del equipo docente puedan desarrollarse profesionalmente. Asimismo, es interesante también participar en actividades de formación, cursos, talleres sobre algún tema de interés, etc. ¡Reciclarse o morir!
En resumen:
Decía una viñeta de Forges que un profesor de español es muchas cosas a la vez, a saber: somos animadores, educadores, actores, maestros, psicólogos, guías turísticos, acompañantes, traductores, ponentes, lingüistas, psiquiatras, diseñadores, formadores, escritores, dibujantes, gesticuladores y paseantes. O, para abreviar: Profesores de español.
¡Somos tantas cosas! Y eso es lo bonito de esta maravillosa profesión. Por eso mismo la tercera competencia es muy importante: Un profesor de español debe tener un profundo sentimiento de empatía con sus alumnos. Saber gestionar los sentimientos en el aula, motivarnos y motivar a los estudiantes… Debemos saber escuchar a nuestros alumnos e interesarnos por ellos.
Tenemos que tener en cuenta, como ya comentó Tejedor Martínez (2013), que “aprender una lengua extranjera no es solo aprender su gramática, su pronunciación o su vocabulario, es aprender una manera de ver el mundo, de acercarse a él, de comportarse hacia los demás porque se trata de conocer la cultura, las costumbres, las personas que están detrás de esa lengua, se trata de la dimensión social del aprendizaje de idiomas.”
El papel del profesor es fundamental porque cuando se enseña y se aprende, profesor y alumno conjuntamente, desarrollan competencias emocionales. De ahí que un profesor de español deba ser un docente emocionalmente inteligente, con habilidades, actitudes y valores, adecuando los contenidos de clase, la metodología y la evaluación en función de las necesidades de aprendizaje de sus estudiantes, pues de esta manera estaremos ayudando a desarrollar competencias tanto cognitivas como afectivas en nuestro alumnado. En definitiva, “el profesor ideal para este nuevo siglo tendrá que ser capaz de enseñar la aritmética del corazón y la gramática de las relaciones sociales” (Extremera y Fernández-Berrocal, 2002, 374).
Resumimos:
Servirse de las TIC para el desempleo de su trabajo. Y es que ya lo hemos visto, los tiempos cambian y aparecen nuevas formas de enseñar y de aprender: internet, las redes sociales… Todo lo que nos rodea son nuevas formas de comunicarse. Por ello, el profesor de español debe ser capaz de desenvolverse en entornos digitales (buscando activamente nuevas herramientas para incorporar a nuestra clase de ELE), aprovechar el potencial didáctico de las TIC y promover que los propios estudiantes utilicen dichas TIC para su aprendizaje.
Aquella clase con pizarra, pupitres y libros queda ya muy lejos. Tus estudiantes te agradecerán enormemente que tus clases cuenten con juegos, Escape Rooms, unidades didácticas interactivas… Cuando el profesor se acerca a las nuevas formas de entender el mundo y el entretenimiento, y las utiliza en favor del aprendizaje, sus estudiantes se motivarán, se involucrarán más en su aprendizaje (apoyando su autonomía como aprendientes) y, en resumen, disfrutarán más en clase. Ya sabes aquello: Lo que aprendes disfrutando, jamás se olvida.
En resumen:
El poder de implicar a los alumnos en el control de su propio aprendizaje.
Decía un proverbio chino “Dale a un hombre un pescado y lo alimentarás por un día. Enséñale a pescar y lo alimentarás para toda la vida”. Y lo mismo ocurre con nuestros estudiantes de español. Un buen profesor de español debe ser capaz de promover que sus alumnos gestionen los recursos y medios disponibles para aprender, integrar en nuestras clases herramientas para que el alumnado reflexione sobre el proceso de aprendizaje, promover que cada estudiante defina su propio proyecto de aprendizaje (todos aprendemos de manera diferente y debemos potenciar la inteligencia de cada uno de nuestros alumnos, sea del tipo que sea) y, por último, debemos motivar a los estudiantes para que se hagan responsables de su propio aprendizaje.
Pero ¿Cómo conseguimos esto? Responsabilizar al estudiante requiere que el profesor ceda el control al alumno para que este aprenda a ser cada vez más y más autónomo. Es una fantástica idea reflexionar junto a tus estudiantes sobre qué tipo de inteligencia tienen, cómo o con qué recursos aprenden mejor. Además, debemos ofrecerles herramientas y oportunidades para que ellos mismos planifiquen, monitoricen y evalúen su propio proceso de aprendizaje.
A todos nos gusta conocer nuestros puntos fuertes y esa es la idea: mostrar a nuestros estudiantes sus fortalezas para que se motiven y para que dichas fortalezcas crezcan y les sirvan como motor para seguir exprimiendo todo su potencial y seguir aprendiendo. Volvemos a la idea de los peces, esta vez de la mano de Benjamin Franklin:
“Dime y lo olvido,
enséñame y lo recuerdo,
involúcrame y lo aprendo”.
Resumiendo:
En conclusión, cada persona, cada estudiante y cada profesor es diferente. Pero en nuestra mano está aprender a ser mejores, ayudar a nuestros alumnos a mejorar de manera exponencial y, sobre todo, poder disfrutar nosotros de la maravillosa profesión que tenemos al máximo. Estando seguros de lo que hacemos y con la tranquilidad (y el buen regusto de boca) que deja el trabajo bien hecho.
Ahora ya sabes un poco más sobre las cinco competencias necesarias para ser un gran profesor de ELE. Sin embargo, hay mucho más a tener en cuenta para ser un profesor excelente, y todos esos matices son los que hacen, de esta profesión, la más bonita del mundo.
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Bibliografía consultada
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Miércoles 4 de diciembre 2024 | 17:00 - 18:00 hora España
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